jueves, 11 de junio de 2009

Quislings (Parte III y última)

Incluso físicamente era difícil distinguirlos si iban lo bastante sucios, ensangrentados y enfermos. En realidad, los zombis no huelen tan mal de uno en otro, si están frescos. ¿Cómo vas a saber si se trata de uno de verdad o de un imitador con una enorme cantidad de gangrena? No podías. Los militares no nos habían dejado perros adiestrados ni nada, así que tenías que hacerlo a ojo.

Los monstruos no parpadean, no sé por qué; puede que, como usan todos sus sentidos por igual, el cerebro no le dé tanta importancia a la vista, o quizá, al no tener tantos fluidos corporales, ya no pueden usarlos para humedecer los ojos. ¿Quién sabe? El caso es qye bi parpadean, y los quislings sí. Así era cómo los distinguíamos: retrocedíamos unos pasos y esperábamos unos segundos. En la oscuridad era más fácil, porque sólo tenías que apuntarles a la cara con la linterna: si no parpadeaban, acababas con ellos.

¿Y si lo hacían?

Bueno, teníamos órdenes de capturar a los quislings siempre que fuera posible y de matar en defensa propia. Parecía una locura, todavía lo parece, pero rodeábamos unos cuantos, los atábamos de brazos y piernas, como a los animales, y los entregábamos a la policía o guardia nacional. No sçe bien que harían con ellos, aunque he oído sobre Walla Walla, ya sabe, la prisión en la que los alimentaron, vistieron e incluso curaron de sus heridas. [Mira el techo.]

¿No le parece bien?

Eh, no voy a entrar al trapo. Si quiere abrir esa lata de gusanos, lea los periódicos. Cada año sale un abogado, un sacerdote o un político que intenta alimentar ese fuego por cualquier razón interesada. En lo que a mi respecta, no me importa, no siento nada por ellos, ni en un sentido ni en el otro. Creo que lo más triste de esas personas es que renunciaron a mucho para acabar perdiendo de todas formas.

¿Por qué lo dice?

Porque, aunque no podamos distinguirlos de los zombis, los zombis sí pueden distinguirlos a ellos. ¿recuerda al principio de la guerra cuando todos intentaban encontrar la forma de hacer que los zombis se enfrentasen entre ellos? Había todas esas "pruebas documentadas" sobre luchas internas: testigos presenciales e incluso grabaciones de un zombi atacando a otro. Qué estupidez. Eran zombis atacando a quislings, pero era imposible saberlo a simple vista, porque los quislings no gritan; se quedan parados, ni siquiera intentan luchar, se retuercen lentamente, como robots, mientras las mismas criaturas a las que pretenden imitar se los comen vivos.

Fragmento de Guerra Mundial Z, Max Brooks
Pág. 218 y 219

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