El protagonista, un abogado (cuyo nombre no se menciona a lo largo de todo el relato, ya que siempre escribe en primera persona), asiste perplejo al principio y preocupado después al goteo de noticias sobre la enfermedad a través de los medios de comunicación. A medida que pasan los días las noticias son más contradictorias y confusas y pronto la histeria comienza a apoderarse de la sociedad. Las iniciativas políticas se entrecruzan con las decisiones militares y pronto la censura cae sobre los medios de comunicación, dando paso a una interminable hilera de rumores. El abogado es testigo de cómo todo aquello que daba por sentado (suministro de luz, agua, comunicaciones, etc...) va desapareciendo poco a poco a medida que el país va cayendo bajo los efectos de la plaga.
Finalmente, cuando la enfermedad alcanza su pequeña ciudad ya es demasiado tarde para huir. Aterrado, descubre que los propios infectados, en un estado entre la vida y la muerte, son la principal amenaza para los supervivientes. Rodeado en su propio domicilio, y con la única compañía de su mascota, el abogado, sin ningún tipo de habilidades ni conocimientos especiales ha de urdir un plan para salvar su vida. Solo, atemorizado y sin recursos en medio del derrumbe total de la sociedad, el protagonista pronto tendrá que emplear todo su ingenio para sobrevivir en medio del mundo de pesadilla que le rodea...
Informar que la parte final de la historia ha sido escrita directamente para la novela y eso se nota en el ritmo de la historia. Para los amantes del mundo zombi es de lectura obligada y seguro que no les defraudará porque les meterá en un ambiente terrorífico y muy cercano.
Actualmente Manuel esta trabajando a toda máquina para sacar la segunda parte, Apocalipsis Z: Los Días Oscuros, y que, según podemos leer en la web de la editorial Dolmen, tiene prevista su publicación para principios de 2009. Se está trabajando en la publicación de un comic de la primera entrega a cargo de Vicente Vegas y a la vez se está intentando llevar Apocalipsis Z al cine o a la televisión. ¿Tendremos suerte?
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